lunes, 8 de junio de 2009

Lluvia ácida

Cuando llueve, no necesariamente hace frio pero la humedad logra colarse a través de la ropa, y el cuerpo somete el ánimo a la búsqueda de algo entre el afecto y el calor; no sé cuantas noches llevo sintiendo las sabanas mojadas y heladas. Mi primo Renato compró un calentador de ambiente y decidió que los lunes podía usarlo yo, asi que el resto de días mi cama es similar a una malteada que no termina de derretirse; ésto me ha hecho apegarme aún más a Violeta, el oso de rayas que me dejo A cuando se fue. Mario dice que es infantil, pero el pobre está muerto de celos porque no puede dormir conmigo, eso es todo. Renato lo encuentra encantador y hasta lo he sentido entrar en medio de la noche para subirle la intensidad al calentador sólo para que yo sueñe con veranos y el pobre muñeco salga volando de mi cama con todo y cobijas. Pero eso no se lo cuento a Mario. Esta mañana vino a desayunar con un ratoncito de peluche que nisiquiera puedo abrazar, llegué a creer que era un llavero. No entiendo porqué pensó en una competencia de cursilería. Lo bese igual, puse cara de sorpresa y por dentro atesoré una carcajada que se unió al ridículo de tener a "mis cuarenta años", dos muñecos de peluche sobre la cama y un novio que vive con su mamá.

No hay comentarios: